TELENOVELAS MITOLÓGICAS
ZEUS Y SUS AMANTES
Zeus se convertía en animal para acercarse a sus amantes y conquistarlas.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.
Alcmena
Zeus se transformó en el vivo retrato de Anfitrión, esposo de Alcmena y rey de Tebas, para poder usurpar como marido la compañía de la gentil reina Alcmena. La treta funcionó a la perfección y de tal amor surgió nada menos que Heracles, el Hércules de los romanos, el más poderoso héroe de la antigüedad.
Calisto
Fue una hermosa ninfa que Diana, la diosa cazadora de los romanos, hija de Júpiter, tenía en alta estima. Como esposa celosa de Júpiter, Juno no compartía esta opinión y convirtió a la gentil ninfa en osa; Júpiter, conmovido, hizo que la madre y el hijo de su unión pasaran a ocupar un puesto privilegiado en el cielo, como Osa Mayor y Osa Menor.
Dánae
Es la hija del rey de Argos, Acrisio, a quien un oráculo anunció que su nieto acabaría con su vida. Para intentar torcer la voluntad de su destino, decidió encerrar a su única hija en una torre de bronce, o en una cueva, según las distintas leyendas. Zeus, excitado sin duda por la dificultad, se transformó en una sutil lluvia de oro y consiguió su propósito, engendrando al buen Perseo. Involuntariamente, el nieto causaría la muerte de Acrisio, al lanzar una jabalina que, en lugar de probar la fuerza y destreza del joven, afirmaría el poder de los oráculos y la inexorabilidad del destino.
Deméter
Es la diosa de la agricultura en el panteón griego, que luego se llamaría Ceres en el romano. Además es esposa y hermana de Zeus, como la celosa y vengativa Hera. Demeter representa la unión, permitida sólo a los dioses y a los héroes, incestuosa por excelencia. Perséfone, la Proserpina de los romanos, nació de este amor.
Europa
El rey Agenor de Fenicia estaba muy orgulloso de la belleza y de los muchos dones de su hija Europa, tantos que llegaron a oídos de Zeus. Convertido en toro, el dios del Olimpo arremetió contra el grupo de jóvenes doncellas que rodeaban a Europa en su baño, para luego llevársela hasta la isla de Creta montada en su lomo. Allí, Zeus y Europa vivieron un apasionado romance y de su unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamanto, quienes llegarían a ser jueces de los infiernos.
Io
El rey de Argos Inaco tuvo la fortuna de contar con la bendición de una hija hermosa, Io, tanto que Zeus terminó por enamorarse de ella y hacerla su amante. Como Hera, que no estaba dispuesta a ser la comidilla de los cielos, se propuso interrumpir los devaneos de su marido, Zeus decidió ocultar a la terrenal belleza bajo la apariencia de una vaca. De su unión nacería Epafo y los griegos fueron subiendo de categoría a la hermosa Io hasta hacer de ella una deidad de la Luna, en paralelo con otras mitologías, especialmente con la egipcia, en las que su representación gozaba de merecida fama y consideración.
Leda
Estaba casada con Tíndaro, rey de Esparta, y su matrimonio discurría con normalidad y sin sobresaltos. Al menos, hasta que se presentó ante la bella Leda un no menos hermoso cisne. La joven esposa se dejó embelesar con la graciosa ave, que en realidad era la apariencia que el astuto Zeus eligió adoptar. La pareja no tuvo hijos, sino huevos: cuatro, para ser más exactos, que al abrirse dieron vida a Cástor, Pólux, Helena de Troya y Clitemnestra.
Maya
Es una de las siete hijas de Atlas, es decir, una de las pléyades y, por tanto, la nieta de Zeus. Sin reparar en el parentesco que les unía, Zeus mantuvo relaciones íntimas con Maya de las que nació Hermes. La leyenda cuenta que Maya y sus hermanas fueron perseguidas por el gigante y guerrero Orión, hasta que el Cielo las salvó convirtiéndolas en estrellas, formando el grupo que mantiene para siempre el nombre de Pléyades. Maya fue también conocida con el nombre de Leto y lo compartía con un dios de la luz y la verdad, encarnado en el Sol.
Mnemosina
Como su nombre hace suponer, Mnemosina era la diosa de la memoria, hija de Urano y Gea, y, por tanto, tía de Zeus. De la relación que mantuvieron tía y sobrino nacerían las nueve musas protectoras de las artes: Calíope, de la elocuencia y la épica; Clío, de la historia; Erato, de la elegía; Euterpe, de la lírica y la música; Melpóneme, de la tragedia; Talía, de la comedia; Terpsícore, de la danza; Urania, de la astronomía; y Polimnía, del canto sagrado.
Semele
Es hija de Cadmos, el rey de Tebas que sembró a sus propios súbditos utilizando como semilla propicia los dientes de un dragón. Con Semele, Zeus tuvo a un popular dios de la vegetación y, sobre todo y antes que nada, del vino y su euforia, Dionisos, es decir, el Baco de los romanos. Semele siempre estuvo orgullosa de su hijo porque la salvó de las tinieblas del Averno y la transportó al Olimpo, cosa que su poderoso amante Zeus no hizo o no quiso hacer.
Temis
Es la hermana mayor de Cronos, por tanto, tía y segunda esposa de Zeus y además madre de divinidades temibles por su implacabilidad con los mortales en su hora final. Concretamente Temis es la diosa de la justicia y la responsable de todas las leyes y normas, laicas o religiosas, que los humanos deben cumplir para vivir en armonía con los dioses y entre ellos. Pero además Temis es la madre de las Horas y de las Parcas.
MITO DE ARGOS
ARGO Obedecía las órdenes de la diosa Hera, para quien era el vigía perfecto. De todas las tareas encomendadas, dos fueron las que más han trascendido: terminar con la Equidna, monstruo con cuerpo de mujer y cola de serpiente devorador de transeúntes, y controlar a la sacerdotisa en la que Zeus, marido de Hera, había puesto toda su atención. La vigilancia de Argos era tan perfecta que el dios no podía acercarse a la deseada Io. Naturalmente, esto lo enfureció tanto que Zeus ordenó a Hermes que terminara de una vez por todas con el perfecto centinela y la vida de este llegó efectivamente a su fin.
Hermes, por la noche, mientras Argos descansaba. habría dormido a los ojos que permanecían en estado de alerta utilizando la flauta de Pan o su propia vara. Una vez que Argos se encontraba totalmente inmerso en un sueño inducido, lo asesinó decapitándolo.
Hera al enterarse de que su esposo se encontraba detrás de la muerte de su más fiel guardián decidió vengarlo y vengarse castigando a la joven doncella Io. Luego, se acercó al cadáver de Argos, arrancó todos sus ojos y los depositó en el plumaje del pavo real para que todos los que lo vieran desplegarlo recordaran al fiel sirviente, ahora inmortal, y el injusto final que el destino le tenía reservado.
ATENEA Y POSIDÓN
Atenea y Poseidón discutieron porque ambos querían ser el patrón de la ciudad y estaban dispuestos a luchar por ello hasta que Zeus tuvo que intervenir y dejó que votara el pueblo. En ese momento se hizo necesario que los dioses ofrecieran algo a la ciudad.
Ambos acordaron que cada uno haría un regalo a los atenienses y que éstos elegirían el que prefiriesen. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar una fuente, pero su agua era salada y por tanto no muy útil, mientras que Atenea ofreció el primer olivo. Los atenienses (o mejor dicho su rey, Cécrope) escogieron el olivo y con él a Atenea como patrona, pues el árbol daba madera, aceite y alimento.
Los dioses olímpicos decidieron asignar la región a Atenea tras el testimonio del su rey ya mencionado, quién afirmaba que Atenea había sido la primera en plantar el olivo.
MITO DE LAS ESTACIONES
Perséfone, es la hija de la Diosa Demeter (Diosa de la Agricultura) y el Dios Zeus.
Un día Perséfone estaba recogiendo flores junto a sus amigas cuando de repente, de un agujero del suelo salió Hades (tío de ésta y Dios del Inframundo) y se la llevo junto a él.
Demeter hizo lo posible para que éste le devolviera a su hija, pero Hades no cedía a nada, incluso le dio de comer del fruto que significaba la unión indestructible y quedaría encadenada al Tártaro para siempre, la convirtió así en su esposa y Diosa del Inframundo. La dolorida madre inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.
Zeus decide tomar parte y envía a Hermes (Dios mensajero) para que hable con Hades. Entonces de esta manera realiza la negociación: Perséfone pasaría la mitad del año con su esposo en el mundo de los muertos, y la otra mitad con su madre sobre la tierra.
Este mito servía para explicar el ciclo estacional. Cuenta que el origen de la Primavera y el Verano radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron ya que no podemos olvidar que su madre es la Diosa de la Agricultura y a su partida ella se entristece, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace. Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre y se encuentra en el mundo subterráneo, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Otoño y del Invierno.
MITO DE ARACNE
Aracne es hija de Idmón un tintorero y nació en Lidia. La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.
Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes. Tanto llegó a crecer su prestigio y popularidad que se creía que era discípula de Átenea (diosa de la sabiduría y de las hiladoras).
Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un gran defecto: era demasiado orgullosa. Ella quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto. Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició. En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.
Por su parte, Aracne representó los amoríos deshonrosos de los dioses, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más. La obra era perfecta, pero Palas encolerizada por el insulto hecho a los dioses, tomó su lanza, rompió el maravilloso tapiz y le dio un golpe a la joven. Ésta sin comprender, se siente totalmente humillada y deshonrada, por lo que enloquece y termina por ahorcarse.
Sin embargo, Palas Atenea no permitió que muriera sino que la convirtió en una araña, para que continuara tejiendo por la eternidad.
APOLO Y DAFNE
Apolo, dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, era muy poderoso, pero no siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a que Eros (Cupido), irritado por las bromas de Apolo, le disparó a él una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel.
ACTEÓN
Acteón era hijo de Aristeo fundador de la ciudad de Tebas. Gracias a la instrucción recibida de su padre o del centauro Quirón se convirtió en un extraordinario cazador. Quizá era demasiado bueno, ya que Artemisa se quejaba de su presunción y además tampoco le gustaba la idea de que se casase con su tía Semele.
Durante una pausa en una jornada de caza. Acteón vio por casualidad a la diosa Artemisa bañándose rodeada de sus ninfas. Para evitar que Acteón pudiese contar a todo el mundo que la había visto desnuda, lo convirtió en un ciervo. De esta manera, Acteón fue poco después devorado por sus propios perros de caza.
NACIMIENTO DE AFRODITA
Su origen se remite al mito de la creación del olímpico. Gea era la madre Tierra de donde habían surgido todas las razas divinas. Ella sola engendró a Urano (el Cielo), y se unió con él para dar a luz a los Titanes, a los Cíclopes y a los Hecatonquiros.
Pero Urano odiaba a todos sus hijos, por lo que los obligó a vivir en las profundidades de su madre. Un día ella decidió liberarlos y les pidió que se vengaran de su padre, pero todos le temían demasiado. Sólo el menor, Cronos (el tiempo) aceptó la tarea y Gea le entregó una hoz de acero. En la noche, cuando Urano cubrió a Gea para unirse con ella, Cronos le cortó los genitales, y la sangre y el semen de éste cayeron al mar, donde comenzó a formarse la espuma que dio vida a Afrodita.
Llevó más tarde su divina presencia hasta la isla de Citera; pero como le pareció una isla muy pequeña, se trasladó al Peloponeso, para luego establecerse definitivamente en Pafos, Chipre, donde continúa siendo el principal lugar donde se la adora.
Afrodita no tuvo infancia. Se dice que nació adulta, núbil e infinitamente deseable. A veces, se la presenta vanidosa, malhumorada y susceptible. Lo cierto es que es protagonista de decenas de mitos, y al ser de una generación anterior a la de Zeus, es la mayor de los dioses olímpicos.
ORFEO Y EURIDICE
Orfeo, hijo de Apolo (y nieto de Zeus) y de Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia, poseía el don de la música y de la poesía. Enamorado perdidamente de Eurídice, una ninfa de los valles de Tracia, la convierte felizmente en su esposa.
Un nefasto día, tratando ella de huir de Aristeo, hijo de Apolo y que pretendía poseerla, pisó una serpiente venenosa y, mordida por ésta, murió.
La pena invadió entonces a Orfeo, y llorando desconsoladamente a las orillas del río Estrimón, entonó canciones tan tristes que todos los dioses y todas las ninfas le incitaron a descender al inframundo, donde, con la ayuda inestimable de su música, consiguió sortear mil y un peligros, conmoviendo a demonios y tormentos.
Una vez hubo llegado ante Hades y Perséfone, dioses regentes del Inframundo, utilizó de nuevo su música consiguiendo convencerlos de dar a Eurídice la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Pero pusieron una condición: Orfeo debía caminar siempre delante de ella y no mirarla hasta que ambos hubieran llegado arriba, y los rayos del sol hubieran bañado por completo a Eurídice.
El camino de regreso se hizo terriblemente largo. Orfeo se mantenía sus ojos al frente a pesar de las enormes ansias que le invadían de admirar a su amada. No se volvió ni aún cuando los peligros del Inframundo los acechaban.
Ya en la superficie, Orfeo, al borde de la desesperación, giró la cabeza creyendo que todo había pasado, pero Eurídice aún tenía un pie a la sombra y, en ese preciso instante, se desvaneció en el aire, ya sin posibilidad de volver de nuevo
Zeus se convertía en animal para acercarse a sus amantes y conquistarlas.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.
Alcmena
Zeus se transformó en el vivo retrato de Anfitrión, esposo de Alcmena y rey de Tebas, para poder usurpar como marido la compañía de la gentil reina Alcmena. La treta funcionó a la perfección y de tal amor surgió nada menos que Heracles, el Hércules de los romanos, el más poderoso héroe de la antigüedad.
Calisto
Fue una hermosa ninfa que Diana, la diosa cazadora de los romanos, hija de Júpiter, tenía en alta estima. Como esposa celosa de Júpiter, Juno no compartía esta opinión y convirtió a la gentil ninfa en osa; Júpiter, conmovido, hizo que la madre y el hijo de su unión pasaran a ocupar un puesto privilegiado en el cielo, como Osa Mayor y Osa Menor.
Dánae
Es la hija del rey de Argos, Acrisio, a quien un oráculo anunció que su nieto acabaría con su vida. Para intentar torcer la voluntad de su destino, decidió encerrar a su única hija en una torre de bronce, o en una cueva, según las distintas leyendas. Zeus, excitado sin duda por la dificultad, se transformó en una sutil lluvia de oro y consiguió su propósito, engendrando al buen Perseo. Involuntariamente, el nieto causaría la muerte de Acrisio, al lanzar una jabalina que, en lugar de probar la fuerza y destreza del joven, afirmaría el poder de los oráculos y la inexorabilidad del destino.
Deméter
Es la diosa de la agricultura en el panteón griego, que luego se llamaría Ceres en el romano. Además es esposa y hermana de Zeus, como la celosa y vengativa Hera. Demeter representa la unión, permitida sólo a los dioses y a los héroes, incestuosa por excelencia. Perséfone, la Proserpina de los romanos, nació de este amor.
Europa
El rey Agenor de Fenicia estaba muy orgulloso de la belleza y de los muchos dones de su hija Europa, tantos que llegaron a oídos de Zeus. Convertido en toro, el dios del Olimpo arremetió contra el grupo de jóvenes doncellas que rodeaban a Europa en su baño, para luego llevársela hasta la isla de Creta montada en su lomo. Allí, Zeus y Europa vivieron un apasionado romance y de su unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamanto, quienes llegarían a ser jueces de los infiernos.
Io
El rey de Argos Inaco tuvo la fortuna de contar con la bendición de una hija hermosa, Io, tanto que Zeus terminó por enamorarse de ella y hacerla su amante. Como Hera, que no estaba dispuesta a ser la comidilla de los cielos, se propuso interrumpir los devaneos de su marido, Zeus decidió ocultar a la terrenal belleza bajo la apariencia de una vaca. De su unión nacería Epafo y los griegos fueron subiendo de categoría a la hermosa Io hasta hacer de ella una deidad de la Luna, en paralelo con otras mitologías, especialmente con la egipcia, en las que su representación gozaba de merecida fama y consideración.
Leda
Estaba casada con Tíndaro, rey de Esparta, y su matrimonio discurría con normalidad y sin sobresaltos. Al menos, hasta que se presentó ante la bella Leda un no menos hermoso cisne. La joven esposa se dejó embelesar con la graciosa ave, que en realidad era la apariencia que el astuto Zeus eligió adoptar. La pareja no tuvo hijos, sino huevos: cuatro, para ser más exactos, que al abrirse dieron vida a Cástor, Pólux, Helena de Troya y Clitemnestra.
Maya
Es una de las siete hijas de Atlas, es decir, una de las pléyades y, por tanto, la nieta de Zeus. Sin reparar en el parentesco que les unía, Zeus mantuvo relaciones íntimas con Maya de las que nació Hermes. La leyenda cuenta que Maya y sus hermanas fueron perseguidas por el gigante y guerrero Orión, hasta que el Cielo las salvó convirtiéndolas en estrellas, formando el grupo que mantiene para siempre el nombre de Pléyades. Maya fue también conocida con el nombre de Leto y lo compartía con un dios de la luz y la verdad, encarnado en el Sol.
Mnemosina
Como su nombre hace suponer, Mnemosina era la diosa de la memoria, hija de Urano y Gea, y, por tanto, tía de Zeus. De la relación que mantuvieron tía y sobrino nacerían las nueve musas protectoras de las artes: Calíope, de la elocuencia y la épica; Clío, de la historia; Erato, de la elegía; Euterpe, de la lírica y la música; Melpóneme, de la tragedia; Talía, de la comedia; Terpsícore, de la danza; Urania, de la astronomía; y Polimnía, del canto sagrado.
Semele
Es hija de Cadmos, el rey de Tebas que sembró a sus propios súbditos utilizando como semilla propicia los dientes de un dragón. Con Semele, Zeus tuvo a un popular dios de la vegetación y, sobre todo y antes que nada, del vino y su euforia, Dionisos, es decir, el Baco de los romanos. Semele siempre estuvo orgullosa de su hijo porque la salvó de las tinieblas del Averno y la transportó al Olimpo, cosa que su poderoso amante Zeus no hizo o no quiso hacer.
Temis
Es la hermana mayor de Cronos, por tanto, tía y segunda esposa de Zeus y además madre de divinidades temibles por su implacabilidad con los mortales en su hora final. Concretamente Temis es la diosa de la justicia y la responsable de todas las leyes y normas, laicas o religiosas, que los humanos deben cumplir para vivir en armonía con los dioses y entre ellos. Pero además Temis es la madre de las Horas y de las Parcas.
MITO DE ARGOS
ARGO Obedecía las órdenes de la diosa Hera, para quien era el vigía perfecto. De todas las tareas encomendadas, dos fueron las que más han trascendido: terminar con la Equidna, monstruo con cuerpo de mujer y cola de serpiente devorador de transeúntes, y controlar a la sacerdotisa en la que Zeus, marido de Hera, había puesto toda su atención. La vigilancia de Argos era tan perfecta que el dios no podía acercarse a la deseada Io. Naturalmente, esto lo enfureció tanto que Zeus ordenó a Hermes que terminara de una vez por todas con el perfecto centinela y la vida de este llegó efectivamente a su fin.
Hermes, por la noche, mientras Argos descansaba. habría dormido a los ojos que permanecían en estado de alerta utilizando la flauta de Pan o su propia vara. Una vez que Argos se encontraba totalmente inmerso en un sueño inducido, lo asesinó decapitándolo.
Hera al enterarse de que su esposo se encontraba detrás de la muerte de su más fiel guardián decidió vengarlo y vengarse castigando a la joven doncella Io. Luego, se acercó al cadáver de Argos, arrancó todos sus ojos y los depositó en el plumaje del pavo real para que todos los que lo vieran desplegarlo recordaran al fiel sirviente, ahora inmortal, y el injusto final que el destino le tenía reservado.
ATENEA Y POSIDÓN
Atenea y Poseidón discutieron porque ambos querían ser el patrón de la ciudad y estaban dispuestos a luchar por ello hasta que Zeus tuvo que intervenir y dejó que votara el pueblo. En ese momento se hizo necesario que los dioses ofrecieran algo a la ciudad.
Ambos acordaron que cada uno haría un regalo a los atenienses y que éstos elegirían el que prefiriesen. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar una fuente, pero su agua era salada y por tanto no muy útil, mientras que Atenea ofreció el primer olivo. Los atenienses (o mejor dicho su rey, Cécrope) escogieron el olivo y con él a Atenea como patrona, pues el árbol daba madera, aceite y alimento.
Los dioses olímpicos decidieron asignar la región a Atenea tras el testimonio del su rey ya mencionado, quién afirmaba que Atenea había sido la primera en plantar el olivo.
MITO DE LAS ESTACIONES
Perséfone, es la hija de la Diosa Demeter (Diosa de la Agricultura) y el Dios Zeus.
Un día Perséfone estaba recogiendo flores junto a sus amigas cuando de repente, de un agujero del suelo salió Hades (tío de ésta y Dios del Inframundo) y se la llevo junto a él.
Demeter hizo lo posible para que éste le devolviera a su hija, pero Hades no cedía a nada, incluso le dio de comer del fruto que significaba la unión indestructible y quedaría encadenada al Tártaro para siempre, la convirtió así en su esposa y Diosa del Inframundo. La dolorida madre inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.
Zeus decide tomar parte y envía a Hermes (Dios mensajero) para que hable con Hades. Entonces de esta manera realiza la negociación: Perséfone pasaría la mitad del año con su esposo en el mundo de los muertos, y la otra mitad con su madre sobre la tierra.
Este mito servía para explicar el ciclo estacional. Cuenta que el origen de la Primavera y el Verano radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron ya que no podemos olvidar que su madre es la Diosa de la Agricultura y a su partida ella se entristece, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace. Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre y se encuentra en el mundo subterráneo, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Otoño y del Invierno.
MITO DE ARACNE
Aracne es hija de Idmón un tintorero y nació en Lidia. La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.
Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes. Tanto llegó a crecer su prestigio y popularidad que se creía que era discípula de Átenea (diosa de la sabiduría y de las hiladoras).
Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un gran defecto: era demasiado orgullosa. Ella quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto. Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició. En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.
Por su parte, Aracne representó los amoríos deshonrosos de los dioses, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más. La obra era perfecta, pero Palas encolerizada por el insulto hecho a los dioses, tomó su lanza, rompió el maravilloso tapiz y le dio un golpe a la joven. Ésta sin comprender, se siente totalmente humillada y deshonrada, por lo que enloquece y termina por ahorcarse.
Sin embargo, Palas Atenea no permitió que muriera sino que la convirtió en una araña, para que continuara tejiendo por la eternidad.
APOLO Y DAFNE
Apolo, dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, era muy poderoso, pero no siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a que Eros (Cupido), irritado por las bromas de Apolo, le disparó a él una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel.
ACTEÓN
Acteón era hijo de Aristeo fundador de la ciudad de Tebas. Gracias a la instrucción recibida de su padre o del centauro Quirón se convirtió en un extraordinario cazador. Quizá era demasiado bueno, ya que Artemisa se quejaba de su presunción y además tampoco le gustaba la idea de que se casase con su tía Semele.
Durante una pausa en una jornada de caza. Acteón vio por casualidad a la diosa Artemisa bañándose rodeada de sus ninfas. Para evitar que Acteón pudiese contar a todo el mundo que la había visto desnuda, lo convirtió en un ciervo. De esta manera, Acteón fue poco después devorado por sus propios perros de caza.
NACIMIENTO DE AFRODITA
Su origen se remite al mito de la creación del olímpico. Gea era la madre Tierra de donde habían surgido todas las razas divinas. Ella sola engendró a Urano (el Cielo), y se unió con él para dar a luz a los Titanes, a los Cíclopes y a los Hecatonquiros.
Pero Urano odiaba a todos sus hijos, por lo que los obligó a vivir en las profundidades de su madre. Un día ella decidió liberarlos y les pidió que se vengaran de su padre, pero todos le temían demasiado. Sólo el menor, Cronos (el tiempo) aceptó la tarea y Gea le entregó una hoz de acero. En la noche, cuando Urano cubrió a Gea para unirse con ella, Cronos le cortó los genitales, y la sangre y el semen de éste cayeron al mar, donde comenzó a formarse la espuma que dio vida a Afrodita.
Llevó más tarde su divina presencia hasta la isla de Citera; pero como le pareció una isla muy pequeña, se trasladó al Peloponeso, para luego establecerse definitivamente en Pafos, Chipre, donde continúa siendo el principal lugar donde se la adora.
Afrodita no tuvo infancia. Se dice que nació adulta, núbil e infinitamente deseable. A veces, se la presenta vanidosa, malhumorada y susceptible. Lo cierto es que es protagonista de decenas de mitos, y al ser de una generación anterior a la de Zeus, es la mayor de los dioses olímpicos.
ORFEO Y EURIDICE
Orfeo, hijo de Apolo (y nieto de Zeus) y de Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia, poseía el don de la música y de la poesía. Enamorado perdidamente de Eurídice, una ninfa de los valles de Tracia, la convierte felizmente en su esposa.
Un nefasto día, tratando ella de huir de Aristeo, hijo de Apolo y que pretendía poseerla, pisó una serpiente venenosa y, mordida por ésta, murió.
La pena invadió entonces a Orfeo, y llorando desconsoladamente a las orillas del río Estrimón, entonó canciones tan tristes que todos los dioses y todas las ninfas le incitaron a descender al inframundo, donde, con la ayuda inestimable de su música, consiguió sortear mil y un peligros, conmoviendo a demonios y tormentos.
Una vez hubo llegado ante Hades y Perséfone, dioses regentes del Inframundo, utilizó de nuevo su música consiguiendo convencerlos de dar a Eurídice la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Pero pusieron una condición: Orfeo debía caminar siempre delante de ella y no mirarla hasta que ambos hubieran llegado arriba, y los rayos del sol hubieran bañado por completo a Eurídice.
El camino de regreso se hizo terriblemente largo. Orfeo se mantenía sus ojos al frente a pesar de las enormes ansias que le invadían de admirar a su amada. No se volvió ni aún cuando los peligros del Inframundo los acechaban.
Ya en la superficie, Orfeo, al borde de la desesperación, giró la cabeza creyendo que todo había pasado, pero Eurídice aún tenía un pie a la sombra y, en ese preciso instante, se desvaneció en el aire, ya sin posibilidad de volver de nuevo
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